TÉCNICAS DE ESTUDIO
Están destinadas a mejorar el rendimiento y capacidad de aprendizaje:- Subraya siempre.
- Haz tus propios apuntes.
- Realiza un esquema.
- Dibuja.
La psicomotricidad es una técnica que ayuda a niños y bebés a dominar de una forma sana su movimiento corporal, mejorando su relación y comunicación con los demás. Tiene como principal ventaja que favorece la salud física y psíquica del niño. Existen multitud de talleres donde tratan de estimular la coordinación motriz y psicomotriz con técnicas particulares para cada niño. La psicomotricidad está dirigida a todos los niños y niñas hasta los 7 años.
La psicomotricidad está especialmente recomendanda para los niños que presentan hiperactividad, déficit de atención y/o concentración y dificultades de integración en el colegio.
Los ejercicios de psicomotricidad permiten al niño explorar e investigar, superar y transformar situaciones de conflicto, enfrentarse a las limitaciones, relacionarse con los demás, conocer y oponerse a sus miedos, proyectar sus fantasías, vivir sus sueños, desarrollar la iniciativa propia, asumir roles, disfrutar del juego en grupo y expresarse con libertad.
Entre los beneficios asociados a la psicomotricidad en niños y niñas:
La psicomotricidad es una técnica que, a través de ejercicios corporales, trata de potenciar, instaurar y/o reeducar la globalidad de la persona, aspectos motores, cognitivos y afectivos.
A través de la psicomotricidad se pretende que el niño, mientras se divierte, desarrolle y perfeccione todas sus habilidades motrices básicas y específicas, potencie la socialización con personas de su misma edad y fomente la creatividad, la concentración y la relajación.
La infancia, el juego y el juguete guardan entre sí una estrecha relación. Surgen al unísono en el devenir evolutivo del hombre, y van a caracterizar la primera fase de preparación para la acción productiva que los niños han de tener cuando alcancen la edad adulta.
Se dice que para conseguir campeones hay que trabajar desde edades muy tempranas y de hecho esto se puede aplicar incluso a antes del nacimiento del niño. A parte del condicionante genético heredado, es de suma importancia que la madre lleve una vida sana El niño nada en el líquido amniótico y de hecho un niño de veinticuatro horas puede nadar, pasado este tiempo el niño comienza a experimentar el miedo por lo que se hunde perdiendo su capacidad natatoria. Por lo tanto la natación es el ejercicio potencial primero del niño.
A los seis meses: El niño es capaz de mantenerse sentado y posteriormente podrá levantarse, este es un ejercicio que tonifica las estructuras musculares. Con un año de edad 5 y gracias al proceso de crecimiento de la masa encefálica y de la mielinización de sus fibras nerviosas, el niño adquiere tres nuevas actividades, andar, hablar y masticar. A los dos años de edad: aparece el juego espontáneo en el marco familiar y suele ser individual, pero no deja de ser vital. El niño juega con lo que tiene a su alcance y donde esté. Pese a la espontaneidad de estos juegos pueden tener una finalidad dirigida para favorecer el desarrollo de la inteligencia y de la adaptación. En este año se perfecciona el hablar y andar. A los tres años de edad: se produce una importante actividad física la cual se debe dejar interrumpir de forma voluntaria. El niño tiende a repetir lo aprendido hasta conseguir su dominio. Más tarde y tras incorporar el nuevo aprendizaje al sistema psicomotor, lo emplea en nuevas combinaciones más complejas.
Psicomotricidad y juego
La psicomotricidad infantil es un elemento muy importante en el desarrollo de los niños ya que sienta las bases para la adquisición de posteriores aprendizajes.
La psicomotricidad se puede desarrollar a través de juegos al aire libre o en lugares cerrados. Es necesaria para la adquisición de habilidades básicas como: lectura, escritura y cálculo. Muchas actividades cotidianas en los juegos de los niños como moverse, correr, saltar,… desarrollan la psicomotricidad. Además mediante este tipo de juegos los niños van conociendo tanto su cuerpo como el mundo que le rodea.
Mediante los juegos de movimiento, los niños, además de desarrollarse físicamente, aprenden ciertos conceptos como derecha, izquierda, delante, detrás, arriba, abajo, cercas, 6
lejos, que les ayudarán a orientarse en el espacio y a ajustar más sus movimientos. Juegos que favorecen el desarrollo de la psicomotricidad Montarse en triciclos, bicicletas, patinar, o andar con monopatines, saltar a la comba, realizar marchas, carreras, saltos, pisar una línea en el suelo, juegos con balones, pelotas, raquetas, aros, juegos de hacer puntería: meter goles, encestar, bolos y jugar a la carretilla, volteretas, piruetas, zancos, etc. Los juegos de movimiento, pueden ser utilizados como una preparación importante para el aprendizaje ya que favorecen la psicomotricidad, coordinación, equilibrio, orientación en el espacio y tiempo, aspectos claves para todo el aprendizaje posterior.
La Psicología es una ciencia que trata el estudio y el análisis de la conducta y los procesos mentales de los individuos y de grupos humanos en distintas situaciones. Dentro de las muchas ramas en que se divide esta ciencia, encontramos la psicología clínica, que es la que se encarga de ayudar a las personas que tienen problemas en su vida que no saben solucionar solos o que sufren enfermedades mentales como depresión. Y, aunque nos parezca que la psicología es solo para mayores, lo cierto es que son muchos los niños que necesitan la ayuda de un psicólogo por diferentes causas.
Cualquier cambio en la vida de un niño puede afectar a su salud mental: la muerte de un familiar, un cambio de colegio, mudarse a otro barrio o a otra ciudad… provocando en el pequeño miedos, ansiedades, o incluso depresión. En estos casos, es necesario llevar al niño al psicólogo para niños, pero,
Saber cuándo llevar al niño al pediatra es más sencillo, ya que se le lleva cuando tiene fiebre, le duele la tripa o la garganta, tiene una erupción cutánea, vomita… pero saber cuándo llevarle al psicólogo puede ser más complicado. Estas son algunas señales que nos indican que es hora de llevar a nuestro hijo una consulta de psicología infantil:
Lo primero que hará este profesional de la salud será hacer una evaluación y examen tanto del niño como de su familia para averiguar el problema que presenta. Así, además de hacerles diversas preguntas a todos sobre sus síntomas, señales y comportamiento, hará al niño una serie de pruebas adaptadas a su edad, como pedirle que dibujo algo (generalmente a su familia) o que realice alguna prueba sencilla psicológica como el Test de Rorschach (presentarle una serie de cartulinas con manchas de diferentes formas y preguntarle qué ve en ellas).
ya sabe el problema (estrés, fobia, trauma, depresión, etc.), tiene que averiguar la causa, es decir, por qué el niño ha llegado a esa situación. Y, después, en base a todo eso, decidirá el tratamiento. Generalmente, cuando se trata de niños pequeños, hay que adaptar las sesiones a su madurez y sus capacidades comunicativas. Por eso, es normal usar el dibujo no solo para averiguar la causa del problema, sino también como tratamiento. Además, es necesario trabajar con los padres de forma individual y conjunta para que sepan cómo ayudar a su hijo a superar su problema.
Existen muchas terapias en psicología para niños: la terapia cognitivo-conductual (que es una de las más empleadas, aunque adaptada a los niños mediante juegos, analogías, dibujos…), la psicoterapia, la terapia conductual, etc. También es importante que el psicólogo esté especializado en el tratamiento de niños para que sepa cómo tratarles y hacerles sentir bien en la consulta de manera que se abran a él. Muchas veces es necesario que los padres estén delante para que se sientan más seguros.
Y, por supuesto, las sesiones tienen que ser más cortas, ya que los niños no mantienen la atención tanto tiempo como los adultos. Después de unas cuantas sesiones, el niño mejorará y se irá sintiendo mucho mejor. Es importante que te ocupes de su salud mental al igual que de la física para evitar que este tipo de enfermedades y trastornos puedan acarrear consecuencias graves y duraderas al pequeño.
Barrio de Perris, situado al sureste de Los Ángeles, California. Un modesto chalet, con una pequeña parcela, en el que vive el matrimonio formado por David y Louise Turpin con sus hijos. Hasta ahí, todo normal. Sin embargo, el domingo 14 de Enero el servicio de emergencias recibe una llamada de una joven de 17 años que dice estar secuestrada en su casa, en el barrio de Perris, junto con sus otros 12 hermanos. Los agentes del departamento del sheriff de Riverside se personaron, a los pocos minutos, en la vivienda familiar donde son recibidos por el matrimonio. Al iniciar una conversación con ellos, y a pesar de la oscuridad que había en la casa, los agentes se percataron de la presencia de otros 12 niños, algunos de ellos encadenados, cubiertos por una nube maloliente y en evidente estado de desnutrición. En un principio y teniendo en cuenta el aspecto físico de las personas encontradas, la policía intuía que eran menores de edad, sin embargo y tras varias comprobaciones, descubren que siete de ellos eran mayores de 18 años y se movían en una franja que oscila entre la mayoría de edad y los 29 años. Sin ir más lejos, la propia niña que alertó a la policía, presentaba un aspecto aniñado y demacrado, no superior a los 10 años, siendo su edad real de 17.
Los padres, la pareja formada por David Turpin y su esposa Louise, de 57 y 49 años respectivamente, han sido detenidos bajo cargos de tortura y con una fianza fijada en 9 millones de euros por cada uno de sus hijos. Por su parte, los servicios de protección infantil, han iniciado una investigación.
Ninguno de sus vecinos dio nunca la voz de alarma. No se oían llantos, ni ruidos extraños o fenómenos fuera de lo normal, a pesar de que no eran una familia al uso. Nunca salían a jugar al jardín, estaban muy pálidos y con su mirada parecían querer hacerse invisibles. En las redes sociales, el matrimonio tenía su propio perfil, en el que daban imagen de familia perfecta y pareja feliz. Hasta los propios familiares se muestran conmocionados con la noticia ya que según ellos mismo declaran “siempre pensamos que estaban viviendo la vida perfecta, nos decía que iban a Disneyland o a Las Vegas”.
Los menores, recibían educación en casa, en la escuela creada por su propio padre y para la que el estado concedió permiso de apertura en el año 2014. De esta forma, alejaron a los hijos del entorno escolar normalizado, del control de profesores y de la posibilidad de crear una red de amigos. La educación que les impartían sus padres era muy estricta y profundamente religiosa, obligándoles a memorizar largos pasajes de la Biblia.
Esta noticia, abre muchos interrogantes, recordándonos además, a otras historias similares. ¿Qué lleva a unos padres a secuestrar a sus propios hijos? ¿Qué esconde la personalidad de este matrimonio? ¿Cómo se puede esconder esta situación durante tantos años? ¿Cómo se encuentran psicológicamente estos jóvenes? ¿Hasta qué punto la infancia y adolescencia traumática que han vivido, marcará su historia futura? ¿Con qué secuelas tendrán que convivir? El debate está servido.
En 1999, la ONU declaró el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sin embargo, Latinoamérica ya conmemoraba esta fecha desde hacía 37 años (1981), en honor a Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, tres hermanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, del que eran opositoras. Con motivo de este hecho, y desde el año 1999, en el mes de Noviembre, el mundo entero sale a la calle a defender una causa considerada de todos.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad cifra en 916 las mujeres asesinadas desde 2003 en España por los hombres con los que habían mantenido una relación de pareja. Las estadísticas reflejan además, que menos de la mitad de ellas habían denunciado antes al hombre que las estaban maltratando. En lo que llevamos de 2017, se cuentan 45 feminicidios, mientras que ocho niños han sido asesinados en este contexto de violencia de género sobre sus madres y otros 24 se han quedado huérfanos por los mismos delitos.
El pasado sábado, miles de lazos morados llenaron las calles de más de 50 ciudades españolas para mostrar su rechazo a la violencia de género y reivindicar que se garantice la protección de las mujeres además de pedir que se reconozca los hechos y a las víctimas.
“Juntas somos más fuertes”, “Si duele no es amor”, “Nos queremos vivas, libres y rebeldes”, “Ni una menos”, son algunos de los carteles y pancartas que se han podido ver en distintas manifestaciones de todo el país. Concretamente en Madrid, la protesta terminó con un manifiesto que incluía una lista de peticiones, entre otras, que los políticos “se comprometan realmente en la prevención y la erradicación de las violencias de género”.
Bajo el eslogan “No me pidas que denuncie, pídeme que no me maten”, se pone de relieve la urgente necesidad de incidir, desde la infancia temprana, sobre la educación por la igualdad. Precisamente, este ha sido uno de los asuntos rescatados por los grupos políticos que respaldaron el pasado septiembre un pacto de Estado para erradicar la violencia machista con más de 200 medidas.
Con motivo de este día centenares de medios de comunicación coparon sus portadas para dar voz a esta causa, sin embargo, las estadísticas nos siguen recordando que aún nos queda mucho trabajo por hacer, un gran camino que recorrer. El día 25 de noviembre, está grabado en nuestras mentes como un día de reivindicación, un día de lucha; una lucha que quizás ya habían empezado las hermanas Mirabal hace ahora 57 años.
Los ataques de pánico o crisis de ansiedad son períodos en los que se padece, de una manera súbita, temporal y aislada, un intenso miedo o temor acompañado de gran malestar, y que posee una duración variable: de minutos a horas. Generalmente aparecen de manera inesperada, y pueden alcanzar su máxima intensidad en unos 10 minutos. Los ataques de pánico se manifiestan como episodios que irrumpen inesperadamente sin causa aparente y se acompañan de síntomas asociados al miedo, tales como, taquicardia, dificultad respiratoria, mareos e inestabilidad, sudoración o náuseas. Estos síntomas suelen ir acompañados de pensamientos que te hacen creer que estás al borde de la muerte, a punto de desmayarte o de volverte loco.
Si estás leyendo este artículo y te sientes identificado, la buena noticia es que nada de lo que temes pasará, la mala es que sufres de ataques de pánico, un problema cada día más extendido y que requiere en muchos casos de ayuda psicológica para poder superarlos. A modo de resumen, aquí te dejamos algunas pautas útiles para manejar la situación, una vez que los síntomas hayan comenzado.
Por último, recuerda que si llevas más de un mes sufriendo ataques de pánico es el momento de acudir a un profesional. Cuanto antes le pongas remedio más fácil y rápido será superar la ansiedad. En el Centro Psicológico Patricia Prendes, te enseñamos métodos adecuados para controlar la respiración de manera más eficaz y técnicas para detener los pensamientos negativos. No olvides que los ataques de pánico son fáciles de controlar con la ayuda adecuada.
Los niños y los jóvenes desarrollan y establecen una red compleja de relaciones en los entornos en los que interactúan; estos son el familiar, el social y el escolar. Estas relaciones son positivas si contribuyen a que crezcan como personas y se hagan cada vez más fuertes, pero cuando en ellas ocurren situaciones de violencia que llevan al aislamiento, a la soledad y al temor, las posibilidades de crecimiento cambian.
En los últimos años padres y profesores han dirigido su preocupación a la violencia escolar. Y es que existen diferentes maneras de intimidar o de agredir en el colegio. No sólo se trata de las peleas; también hay violencia cuando se crean rumores o comentarios que atentan contra la dignidad de alguien, cuando se excluye del grupo o se hacen gestos para apartar a una persona y eso la lleva a alejarse y no sentirse bien en el colegio; cuando los niños o jóvenes usan herramientas de Internet como, Facebook, Instagram u otros para publicar mensajes denigrantes, chismes etc.
Cada vez es más frecuente encontrarse en las aulas casos de bulying. Normalmente este tipo de acoso se empieza a ver en los cursos de primaria, pero es ya en la etapa infantil cuando debe comenzar la prevención. La intervención por parte de los padres en un caso de acoso escolar es crucial, sin embargo se requiere de la participación de los profesionales de la educación para abordarlo.
¿Cómo podemos detectarlo?
Es habitual que las víctimas sufran tanto miedo o vergüenza que no se atrevan a contarlo en casa. Podemos observar ciertas pautas que pueden ser las señales de que algo no marcha bien:
¿Cómo podemos enfrentarlo?
En el caso de que los padres sospechen que su hijo es una víctima de bullying es sumamente importante establecer un canal de comunicación y de confianza para que el niño se sienta cómodo al hablar, sin olvidarse de mantener la calma y demostrar determinación y positivismo. Hay que ponerse en contacto con el profesor del colegio y con la dirección para alertar al centro de lo que ocurre y pedir su cooperación para solucionarlo. En muchos de los casos es necesaria la intervención de un psicólogo que participe activamente en el proceso.
¿Es tu hijo capaz de ponerse en el lugar de los otros? ¿Muestra interés en relacionarse con su grupo de iguales? ¿Expresa sus sentimientos? ¿Desarrolla procedimientos pacíficos de resolución de conflictos? Estas preguntas responden a situaciones cotidianas en la vida de cualquier persona, incluida la de los niños, y no estamos hablando de otra cosa que de habilidades sociales, un concepto que desde antiguo ha generado mucho interés en los profesionales de la atención infantil.
Las habilidades sociales consisten en un repertorio de comportamientos interpersonales complejos, verbales y no verbales, a través de los cuales los niños influyen en las respuestas de otros individuos; por ejemplo, compañeros, padres, hermanos, maestros, etc. y asimilan los papeles y las normas sociales. Cuando estas habilidades son apropiadas o “buenas”, la resultante es una mayor satisfacción personal e interpersonal, tanto a corto como a largo plazo y, entonces hablamos de niños asertivos. Cuando estas habilidades no son apropiadas hablamos de niños no asertivos, diferenciando entre niños con un comportamiento pasivo y niños con un comportamiento agresivo.
En líneas generales estas son las diferencias fundamentales entre los tres estilos de comportamiento que pueden presentar los menores:
En nuestro Centro Psicológico Patricia Prendes de Gijón conocemos la importancia de una intervención temprana en los niños con deficiencias conductuales como una forma de prevenir las consecuencias con las que se relacionan. Entre ellas, y la más habitual, la inadaptación escolar, ya que la aceptación de los compañeros y la popularidad parecen jugar un papel importante en la socialización infantil. Las habilidades sociales proporcionan a los niños un medio a través del cual pueden dar y recibir recompensas sociales positivas, que a su vez, conducen a un incremento de la implicación social, generando más interacciones positivas. Un déficit en habilidades sociales también se asocia a un mal rendimiento escolar, pudiendo tener importantes efectos en la atención positiva y el reforzamiento del profesor hacia el niño. El contacto ocular, el solicitar ayuda, el hacer cumplidos y el mostrar habilidades sociales afines incrementan la cantidad de reforzamiento social positivo recibido de sus profesores. Por último, también se ha observado en este perfil de niños una baja autoestima que repercute en su funcionamiento general.
En el Centro Psicológico Patricia Prendes de Gijón somos conscientes de que esta realidad se esconde detrás de muchos de los problemas planteados en consulta. Como forma eficaz de intervención, diseñamos programas de entrenamiento en Habilidades Sociales con técnicas adaptadas a las necesidades de cada caso. Trabajamos en consulta con ensayo y práctica, sin olvidarnos de la generalización a la vida cotidiana y teniendo muy presente que la competencia social en la infancia está relacionada con unos logros escolares superiores y con una adaptación interpersonal posterior en la vida.
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