Psicólogo infantil en Gijón
La Psicología es una ciencia que trata el estudio y el análisis de la conducta y los procesos mentales de los individuos y de grupos humanos en distintas situaciones. Dentro de las muchas ramas en que se divide esta ciencia, encontramos la psicología clínica, que es la que se encarga de ayudar a las personas que tienen problemas en su vida que no saben solucionar solos o que sufren enfermedades mentales como depresión. Y, aunque nos parezca que la psicología es solo para mayores, lo cierto es que son muchos los niños que necesitan la ayuda de un psicólogo por diferentes causas.
Cualquier cambio en la vida de un niño puede afectar a su salud mental: la muerte de un familiar, un cambio de colegio, mudarse a otro barrio o a otra ciudad… provocando en el pequeño miedos, ansiedades, o incluso depresión. En estos casos, es necesario llevar al niño al psicólogo para niños, pero,
¿cómo saber si mi hijo necesita un psicólogo?
Saber cuándo llevar al niño al pediatra es más sencillo, ya que se le lleva cuando tiene fiebre, le duele la tripa o la garganta, tiene una erupción cutánea, vomita… pero saber cuándo llevarle al psicólogo puede ser más complicado. Estas son algunas señales que nos indican que es hora de llevar a nuestro hijo una consulta de psicología infantil:
- Trastornos del sueño o alteraciones continuas como pesadillas, sonambulismo, insomnio…
- Síntomas de estrés elevado como cambios en el comportamiento, falta de apetito, trastornos del sueño…
- Síntomas como ansiedad como ataques de ansiedad, estrés, pánico, miedo irracional, pensamiento negativo, etc.
- Tics o manías compulsivas como cerrar los ojos, guiñar un ojo, encender y apagar las luces, abrir y cerrar cajones, tirarse del pelo, etc.
- Síntomas de depresión como tristeza continua, apatía, decaimiento, pensamientos negativos o incluso suicidas, etc.
- Si ha sufrido algún problema en el colegio o en casa como muerte de un familiar, acoso escolar, maltrato físico, emocional o sexual…
- Ante algún síntoma de trastorno neurológico o del aprendizaje como autismo, dislexia, TDAH, etc.
- Si su comportamiento es muy agresivo y violento.
- Si padece trastornos de alimentación como la anorexia o la bulimia.
- Tras un cambio en la familia que el niño no pueda superar, como un divorcio o una mudanza.
- Si el niño tiene problemas para relacionarse con los demás.
- Síntomas de fobias o miedos irracionales que no consigue controlar.
¿Cómo le puede ayudar nuestro Psicólogo infantil en Gijón?
Lo primero que hará este profesional de la salud será hacer una evaluación y examen tanto del niño como de su familia para averiguar el problema que presenta. Así, además de hacerles diversas preguntas a todos sobre sus síntomas, señales y comportamiento, hará al niño una serie de pruebas adaptadas a su edad, como pedirle que dibujo algo (generalmente a su familia) o que realice alguna prueba sencilla psicológica como el Test de Rorschach (presentarle una serie de cartulinas con manchas de diferentes formas y preguntarle qué ve en ellas).
Una vez que el psicólogo en Gijón
ya sabe el problema (estrés, fobia, trauma, depresión, etc.), tiene que averiguar la causa, es decir, por qué el niño ha llegado a esa situación. Y, después, en base a todo eso, decidirá el tratamiento. Generalmente, cuando se trata de niños pequeños, hay que adaptar las sesiones a su madurez y sus capacidades comunicativas. Por eso, es normal usar el dibujo no solo para averiguar la causa del problema, sino también como tratamiento. Además, es necesario trabajar con los padres de forma individual y conjunta para que sepan cómo ayudar a su hijo a superar su problema.
Existen muchas terapias en psicología para niños: la terapia cognitivo-conductual (que es una de las más empleadas, aunque adaptada a los niños mediante juegos, analogías, dibujos…), la psicoterapia, la terapia conductual, etc. También es importante que el psicólogo esté especializado en el tratamiento de niños para que sepa cómo tratarles y hacerles sentir bien en la consulta de manera que se abran a él. Muchas veces es necesario que los padres estén delante para que se sientan más seguros.
Y, por supuesto, las sesiones tienen que ser más cortas, ya que los niños no mantienen la atención tanto tiempo como los adultos. Después de unas cuantas sesiones, el niño mejorará y se irá sintiendo mucho mejor. Es importante que te ocupes de su salud mental al igual que de la física para evitar que este tipo de enfermedades y trastornos puedan acarrear consecuencias graves y duraderas al pequeño.
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